jueves, 27 de enero de 2011

PANGE LINGUA GLORIOSAE



Su mirada fija. Sus músculos pequeños y ligeros están por saltar sobre su víctima. Parece una pantera acechando al ciervo. Mira con ligereza. En su rostro hay energía contenida. Busca el momento para asaltar. Sus ojos son una noche oscura con deseos de devorar la luz de la última luciérnaga del campo. Sus ojos fieros me desafían. Yo fijo mi mirada sobre la suya. Lo abarco. Él agacha la cabeza. Deja notar su pequeñez, su fragilidad. Yo avanzo.

A poco pasos de mí, a mi espalda, yace una mujer en el suelo. Defiende su bolso. El joven, de no más de 12 años, tira de la maleta. La quiere robar. En el forcejeo arañó a la mujer en su cuello. Se nota que es chico inexperto en las artes del robo. La mujer, caída, logra arrebatar su pertenencia. El chico se ve acorralado por los transeúntes. Lo arrinconan contra la reja que separa la vereda de un campo de futbol. Aparece una señora que da tres bofetadas al ladronzuelo. Del otro lado de la calle viene un señor de unos treinta años con una tabla en la mano. Va a castigar al niño. Parece ser conocido. Parece que ha reincidido. También llega la policía.

Yo miro. No me acerco mucho. Me da risa. Ese joven pudo haberme robado. Pero en un juego de miradas se definió todo. Esta escena, tan curiosa y hasta cómica, me hace estremecer. Ya han pasado más de cuatro horas del suceso aquel. Y mientras hago oración salta a mi mista el recuerdo. ¿Acaso no me miraba Dios en los ojos de aquel niño? ¿No era mirada turbia e iracunda la de Dios que reclama justicia? ¿Acaso no he leído que “ellos son los que están junto al Cordero”? ¿No es sangre, mirada, tierra que clama al cielo?

En estos días leí en los ejercicios que en el mundo latinoamericano se acrecienta la población de vih. La mayoría de las víctimas son niños. Eso trae consigo el turismo sexual. Y en su mayoría son niños de la calle, vulnerables, desposeídos. Entonces ¿No fue claro el signo? Puede que aquel joven no tuviera vih o quizá si lo tuviera…ese no es el caso. El caso es que está desprotegido y vulnerable a ese como a otros peligros. Por eso Dios, con una mirada violenta me desafió, me llamó en aquel jovencito. Por eso Dios dejó ver su ternura a pesar del dolor de aquel humano.

¿Qué voy a hacer? ¿No determina este suceso mi reflexión teológica? Claro que sí. Y con mucha razón ahora que inicio una maestría en teología. Es el llamado para tranquilizar a Dios curando y amando al que sufre. “Pange lingua gloriosae”, canta la gloria de Dios, el verbo se hizo carne, es un pedazo de pan, es el misterio del cielo…el fruto del vientre generoso es la carne de Dios, amadísimo verbo que estás sufriendo y miras a los peatones con furia ten piedad…”Tantum ergo sacramentum”, servirte a ti es doblegar mi tiempo y mi espacio para darte un respiro. Desármame con tu dolor y fórjame unas manos para curarte. Amén.

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