
“LEVANTAOS, BENDECID A YAHVÉ NUESTRO DIOS”.
Neh.9,5b
“Salid del monte y traed ramas de olivo, de pino, de mirto, de palmera y de otros árboles frondosos para hacer cabañas conforme a lo escrito” Neh. 8,15b.
Tema: Madrugar para reconocer a Dios en la Historia.
“Bendito seas Yahvé Dios nuestro,
De eternidad en eternidad.
Y sea bendito el Nombre de tu Gloria
Que supera toda bendición y alabanza.
¡Tú Yahvé, el único!
Tú hiciste los cielos, el cielo de los cielos y toda su mesnada,
La tierra y todo cuanto abarca,
Los mares y todo cuanto encierran.
Todo esto tú lo animas,
Y la mesnada de los cielos ante ti se prosterna.
Tú Yahvé, eres el Dios
Que elegiste a Abrán,
Le sacaste de Ur de Caldea
Y le diste el nombre de Abrahám.
Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto.
Contra el faraón obraste señales y prodigios.
¡Te hiciste un nombre hasta el día de hoy!
Nuestros padres, por medio del mar, pasaron a pie enjuto.
Altivos se volvieron nuestros padres,
Su cerviz endurecieron y desoyeron tus mandatos.
Pero tú eres el Dios de los perdones,
Clemente y entrañable, tardo a la cólera y rico en bondad.
Les conminaste para volverlos a tu Toráh,
Pero ellos, en su orgullo, no escucharon tus mandatos.
Tuviste paciencia con ellos
Durante muchos años;
Les advertiste por tu Espíritu, por boca de tus profetas;
Pero ellos no escucharon.
Mas en tu inmensa ternura no los acabaste,
no los abandonaste,
Porque eres tú Dios clemente
y lleno de ternura. Neh. 9, 5-31
“Vino Yahvé, se paró y llamó como las veces anteriores: ¨Samuel, Samuel¨. Respondió Samuel: ¡Habla, que tu siervo escucha!”. 1 Sam.3,10.
Anoche tuve un sueño. El avión aterriza. Los pasajeros de van a hace fila para registrarse en migración. Ahí estoy yo. Mi tía está en la cabeza de la fila. Registra y se adelanta para tomar el bus. Después del registro, tomamos el bus. Vamos leyendo. Mi tía ve a una monja de su comunidad y me dice al oído: “ella es tan buena. Ella fue una no-oyente de la Palabra…en el sentido que habla el libro de Jonás”. Pregunto en voz alta: “¿Cuál es ese sentido?”
Se arma la discusión. Algunos de los pasajeros sacan su biblia que tienen debajo del brazo. Una mujer busca una cita. La increpo a que responda de memoria. ¡Que no se base en las líneas del libro! Ella no puede hacerlo. Mi tía toma un texto de san Pablo. (No recuerdo cual). Es una invitación a ser Oyente de la Palabra. En primer lugar, a hacer votos al Señor. En segundo lugar, a obedecer su Voz. Cada Oyente de la Palabra es capaz de inaugurar la nueva Creación. Se vincula Palabra y Creación.
Un hombre de edad toma habla. Toma un pasaje (no recuerdo cuál), del Antiguo Testamento: no hablen, estudien o expliquen la Palabra por vanidad, arrogancia. ¿De qué sirve eso? Háganlo con entrega y por amor.
Con eso termina el viaje.
“Vino Yahvé, se paró y llamó como las veces anteriores: ¨Samuel, Samuel¨. Respondió Samuel: ¡Habla, que tu siervo escucha!”. 1 Sam.3,10.
Llego a un lugar familiar. Allí está mi abuelita. Ella está enferma. Llora mucho. Saluda a sus hijas. Se acerca después a mí. Me lleva aparte. Llora. Me dicen entre lágrimas: “Mijito. Hazme caso. Anoche me habló el Señor y me pidió que te trasmitiera este mensaje…predica la Palabra de Dios. Para eso te ha elegido, te ha llamado. Hazme caso. Anuncia su Palabra”. A medida que me trasmite el mensaje de su visión o sueño, aumenta sus gemidos y su angustia. Quiere estar segura de que lo haré. Yo comprendo y doy mi si… “fiat”.
Ese es el fin del sueño.
“Vino Yahvé, se paró y llamó como las veces anteriores: ¨Samuel, Samuel¨. Respondió Samuel: ¡Habla, que tu siervo escucha!”. 1 Sam.3,10.
Al parecer tiene relación con otro sueño de unos días antes. Mi hermano y yo vamos a visitar a un sacerdote, amigo suyo. Entramos en el templo. Mi hermano se va a donde su amigo. Yo reconozco el arte del lugar. Ha sido un templo dominico. Hace mucho tiempo. Veo muchas imágenes de santo de la Orden y decoraciones similares.
Ingreso al templo. Camino por el centro. En el fondo está la imagen de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. Me postro en tierra con los brazos extendidos. De repente veo que sobre mi ropa normal llevo puesta la capa negra del hábito de la Orden. La capucha calada. No veo el hábito blanco…solo, en el borde la capucha, un filamento blanco…se parece a un claro oscuro de un cuadro barroco. En el suelo piso la misericordia a Dios y a Santo Domingo. En el sueño entiendo que la capa negra en la Orden es signo de penitencia. ¿Penitencia? ¿Eso significa el sueño?
Después de ese momento, me veo junto al amigo de mi hermano. Los dos, solos. Él es un obispo. Hablamos. Parece que nos conociéramos de siempre. En la conversación estoy a punto de pedirle un lugar para mi ermita.
Así termina el sueño.
“Vino Yahvé, se paró y llamó como las veces anteriores: ¨Samuel, Samuel¨. Respondió Samuel: ¡Habla, que tu siervo escucha!”. 1 Sam.3,10. (Bogotá, las Cruces, 17 de noviembre de 2009)